martes, 12 de julio de 2011



Allá por los noventas, tenía la costumbre de dibujar (cosa que no hacía tan bien pero el intento es lo que cuenta) y encontré una carpeta con esos dibujos y aquí dos en los que plasmo la hermosa vista que tenía hace muchos muchos milenios de una casita que tenía en el mar, en lo alto del acantilado, si cierro los ojos puedo verla y lo que puedo ver también es a Él, jugando conmigo, siempre un gran compañero y un gran amigo, la mirada profunda como descifrando misterios, unos hermosos ojos claros, siempre sonriente, siempre paciente y a veces serio.

Recuerdo la cocina, esa hermosa mesa de madera y de la enorme cantidad de hierbas que teníamos en las canastas, rememoro la paciencia con la que me enseñaba los poderes curativos de cada una de esas plantas y las risas que siempre estaban presentes en nuestros rostros y nuestros corazones.

Tal vez pronto dibuje algo más...

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