miércoles, 16 de marzo de 2011

Absurdo[s] Cotidiano[s]

Días, tardes y noches de lluvia plomiza que baña mi enmohecida ciudad, escenario que contemplo desde el umbral de una realidad que es llamada irrealidad.

Palabras, ideas, pensamientos que revolotean en aquella irrealidad denominada realidad.

Vuela veloz el tiempo y se detiene mi pluma, razona y se regaña por vetar las frases incoherentescoherentes que de ella emanan como un manantial recién nacido en lo alto de una montaña.

Viviendo en dos mundos realesirreales que corren paralelos a mi existencia.

Mundo de realidades donde ellas y yo nos hemos perdonado, donde discuto de diseño con Tadao, donde camino con La Catrina por la calle de Donceles y tomamos un café en La Guadalupana de Coyoacán, donde la naguala me jala las patas y jugamos una lotería en la feria del pueblo, donde la bruja me lleva al cerrito a saludar a Tonantzin, donde puedo volar y luchar, donde mi delicado cuerpo es fuerte y resistente, donde soy druidesa, donde toco laud y guitarra, donde bailo al ritmo de flamenco con Miguel cantándole a Sevilla, donde camino por Les Champs-Élysées…

Mundo de irrealidades donde tengo que fotografiar campañas políticas, donde tengo un trabajo extenuante, donde las guerras son por poder, donde el N1H1 distrae al mundo de crisis económicas, donde se habla de recesión, democracia y dictadura, donde amo a la distancia, donde un rey calla a un mandatario venezolano, donde los borrachos son celebridades en el internet, donde extraño, recuerdo y olvido, donde espero como y duermo, donde llego tarde al trabajo por el intenso tráfico, donde sufrimos de calor y frío, donde las reglas no se pueden romper porque te tachan de revolucionario, donde me juzgan y condenan…

Mundo de realidadesirrealidades la grieta en la que me encuentro, corro en medio del paralelismo de la coherenciaincoherencia inclinándome hacia mi realidad coherente.

Y desde ahí, bajo la sombra del gran sauce que se encuentra en el jardín de mi castillo, desde el alféizar de alguna de mis múltiples ventanas, noche a noche y día tras día, contemplo el absurdo cotidiano de mi irrealidad plomiza.

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