domingo, 4 de septiembre de 2011



Caminaba con pasos firmes observando detenidamente el agreste paisaje que me rodeaba, hacia donde fijara mi mirada veía al desierto hacerme una reverencia dándome la bienvenida. Mis pasos me llevaban hacia ningún lugar pero al mismo tiempo se dirigían hacia un punto en el centro de una nada circundante.

Hice una pausa para observarme detenidamente: Mis pies y mi cuerpo se habían esfumado dando paso a unas patas fuertes y grises, un cuerpo resistente y cubierto de pelo grueso y fino al mismo tiempo; me había transformado en una loba gris de mirada profunda y penetrante que lograba captar movimientos de los cactus que acompañaban mi camino.

Podía sentir mi respiración lenta y pausada, el sigilio de mis pasos, el calor del sol, la calidez de la tierra; a lo lejos, en lo más alto del cielo un águila siguiendo mi camino, acechando cada uno de mis pasos, acompañándome en esta nueva travesía hacia mi muerte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario